domingo, 21 de noviembre de 2010

Nocturno II Poeta, di paso

Jose Asunción Silva

Poeta, di paso
los furtivos besos... 
¡La sombra! ¡Los recuerdos! La luna no vertía
allí ni un solo rayo... Temblabas y eras mía
Temblabas y eras mía bajo el follaje espeso;
una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
el contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fué cámara sombría;
en aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
Poeta, di paso
los íntimos besos...
 ¡Ah! de las noches dulces me acuerdo todavía.
En señorial alcoba do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
rendida tu a mis súplicas, fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de virgen y tu olor de reseda...
Apenas alumbraba la lámpara sombría
los desteñidos hilos de la tapicería...
Poeta!  di paso
 el último beso...
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!
¡En el salón heráldico el ataúd yacía;
mi oído fatigado por vigilias y excesos
sintió como a distancia los monótonos rezos!
Tu,  mustia, yerta y pálida entre la negra seda...
La llama de los cirios temblaba y se movía;
perfumaba la atmósfera un olor de reseda;
un crucifijo pálido los brazos extendía.
¡Y estaba halada y cárdena tu boca que fué mía!

Del Álbum familiar. Postales de A. Ariza. Bogotá. h.1930

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