miércoles, 24 de noviembre de 2010

Conversaciones con otro (I)

Edvard Munch. El Grito


Por esa incertidumbre que tiembla en tus manos
estoy frente a ti,
como dispuesto a sostener tu desánimo
con mi amainada fuerza.

Porque -ya vas a saberlo-
yo también -como tu-
recibí -segundo a segundo-
la carga inenarrable del pasado.

Pero tu: atascado, hundido, hoy
tus manos no te aferran a la realidad;
tus ojos no te ven buscar sosiego;
tus pies no te siguen a buscarte.

Aún una fuerza débil, lenta
me impulsa a recoger tus recuerdos:
esos que un día escenificaron
tus manos
tus ojos y
tus pies,
aunque viva encerrado entre tu fastidio
y tu indiferencia simpre sabré por qué

tus manos cayeron como anclas;
por qué
tus ojos se cerraron como pesadas puertas;
por qué
tus pies se detuvieron como lagos muertos.

Te devoró el olvido y la herrumbre de la insensibilidad;
pero escucha:
los recuerdos clavados en tu alma
al removerlos
de nuevo te dolerán!

1981

1 comentario:

  1. Bellísimo Diego. Pero existen recuerdos que aunque estén clavados en el alma, al removerlos te pueden hacer sonreir

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