domingo, 9 de junio de 2013

DIAS DE AGOSTO

Diego De Castro Korgi



DIAS DE AGOSTO

Préstame, amor, de nuevo una razón;
préstame los instantes que sigues viviendo,
porque vuelve en estos dìas el tiempo de
agosto, donde  late tu vida en mi pecho.

Préstame tu amor y tu deseo, dame
esa visiòn de tu furor y tu dulzura;
dame el cielo abierto de la esperanza
ahora que aparezco aún en tus días.

Préstame  tu calor, tu abrazo de luna,
tu saludo de amanecer, déjame un lugar
al lado tuyo, cerca de tu hogar, junto
al sonido pleno de tu música  secreta.

Préstame tu boca y tus besos por otros
días mas, por otras noches estrelladas;
dame tu sueño en el que yo amanezco
hablándote de amor junto a tu oído.

Préstame tu hombro y guárdame las
tristezas de un día, las que tengo y las
que ya no tengo;  regálame tu risa y
el sonido de mi nombre en tu boca.

Préstame tus manos para ponerlas sobre
mi pecho, por un minuto o por una hora,
por muchos años mas;  si quieres dame tu
caricia con la forma azul de mis deseos.

Préstame tus ojos, el color que tienen,
el  temblor de tus párpados, si tienes
una lágrima préstamela también para
juntarla con otras que yo guardo.

Préstame una mirada, esa que conoce
mi deliro nocturno;  enciéndeme una luz
para el camino, dame un  beso en mi boca
dormida y una caricia como la primera.

Préstame otra vez tu orbe conocido,
El que durmiò  y  suspirò a mi lado;
dame  la razón que tienes para amarme,
y el latido de tu corazón sobresaltado.

Préstame, amor,  tu suspiro emocionado,
la ilusión que guardas en tu pecho; déjame
ver el primer verso que te escribí para
leerlo juntos otra vez, hoy  y mañana.

Préstame tu tiempo, el que ya pasó y el
que viene, dame tus flores que se abren,
tus frutos que maduras, el río de tus sueños
y los instantes  de oro de tus relojes.

Préstame tu hombro para apoyar mi sueño
quítame el enojo, dame tu abrigo,  si te vas
no me despiertes y préstame tu figura para
soñar entre sonrisas y cielos sin nubes. 

Préstame el sol, el atardecer, la luna, las
constelaciones,  la noche  infinita;  tu estrella
fugaz  que cruza los laberintos del tiempo.
Amor,  préstame todavía tu poesía celeste .

Agosto 3 de 2008

viernes, 24 de mayo de 2013

Fin de fantasía

Cesare Pavese




Este cuerpo no habrá de renacer. Tocándole los párpados
se siente que un montón de tierra está más vivo,
pues la tierra, aun al alba, no hace más que callar ensimismada.
Pero un cadáver es la sobra de demasiados despertares.

No poseemos más que una virtud: comenzar
cada día la vida -delante de la tierra, 
bajo un cielo que calla -aguardando un despertar. 
Alguien se asombra de que sea tan fatigosa el alba,
de un despertar a otro queda un trabajo hecho.
Pero sólo vivimos para ir en un temblor
al trabajo futuro y despertar de una vez a la tierra. 
Y a veces nos sucede. Luego vuelve a callar con nosotros.

Si al rozar ese rostro no estuviera temblorosa la mano
-viva mano que siente la vida cuando toca-,
si ese frío en verdad no fuese más que el frío
de la tierra, en el alba que hiela la tierra,
quizás esto sería un despertar, y las cosas que callan 
bajo el alba dirían todavía palabras. Pero tiembla
mi mano y entre todas las cosas se parece a la mano
que está inmóvil.

Otras veces, despertarse en el alba
era un seco dolor, un desgarrón de luz,
pero era también una liberación. La avara palabra
de la tierra era alegre, en un rápido instante, 
y morir todavía era volver a ella. Ahora el cuerpo que espera es
un resto de demasiados despertares y no vuelve a la tierra. 
Y los rígidos labios no lo dicen tampoco.




Cesare Pavese, nacido en Santo Stefano Belbo (Cuneo) el 9 de septiembre de 1908 y fallecido en Turín el 27 de agosto de 1950), fue un escritor italiano, uno de los más importantes del siglo XX.
Este gran poeta y novelista italiano estudió filología inglesa en la universidad de Turín y, tras su licenciatura, se dedicó por completo a traducir a numerosos escritores norteamericanos, como Sherwood Anderson, Gertrude Stein, John Steinbeck y Ernest Hemingway, entre otros, así como a escribir crítica literaria que hoy se considera clásica. Al unirse con Giulio Einaudi y su amigo Leone Ginzburg, cofundadores de la editorial Einaudi en 1933, fue uno de los cimientos de esta famosa empresa cultural italiana desde 1937, en la que permaneció como editor decisivo hasta su muerte y en la que trabajó con un rigor reconocido hoy por todos (pues Leone murió torturado por los alemanes en 1944).
Sus escritos antifascistas, publicados en la revista La Cultura, lo condujeron a la cárcel en 1935, donde inicia sus primeras obras. Durante la II Guerra Mundial formó parte de la Resistencia antifascista como estudioso y pensador independiente aunque cercano a la izquierda italiana. Tras la guerra se incorporó al grupo editor su amiga escritora Natalia Ginzburg, mujer de su compañero de curso Leone. Durante toda su vida, Pavese tratará de vencer la soledad interior, que veía como una condena y una vocación. Se suicidó a los cuarenta y dos años de edad. Su gran amigo el escritor Davide Lajolo describió, en su libro El vicio absurdo, el malestar existencial que envolvió siempre su vida.
La narrativa de Pavese trata, por lo general, de conflictos de la vida contemporánea, entre ellos la búsqueda de la propia identidad, como en La luna y las fogatas (1950). Pavese (que vivía con una hermana) se suicidó en una habitación de hotel en Turín, después de haber recibido un premio literario por su libro El bello verano (1949). Su diario se publicó póstumamente, en 1952, bajo el título El oficio de vivir, y concluye con la frase anunciadora de su decisión personal.
En el año 1957, se creó un premio literario con su nombre para honrar su memoria.


lunes, 25 de febrero de 2013

El remordimiento


Jorge Luis Borges





He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.




Jorge Luis Borges  (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899–Ginebra, 14 de junio de 1986) escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universales y que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
Es considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias,thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal. Ciego desde los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura  al que fue candidato durante casi treinta años.