jueves, 9 de diciembre de 2010

Despertamos...



Tu piel sin fin tiene

perfumes del presente

y mis días aromas de olvidos;

caen hojas desveladas

del árbol que sembramos,

y en mi frente un sol

avanza sobre el mediodía.



Delicado es tu halo 

que encierra el encanto

y en mis sueños celestes

hojas verdes aparecen;

el sol  hace luz y brillo

las ramas del pasado

y en sus nidos despertamos.



Un sigilo de nácar rompe

los sonidos fríos del día;

es un bálsamo el olvido

que alivia la piel de la vida;

es un relámpago deleitado

inundando las voces del delirio,

llenando de amor las soledades.



El día se instala en azules

y en todos los colores

que ahora nos reclaman;

yo vi en mi espejo

tus destellos reflejados:

el sorbo de verdad destilado,

la luz ardiendo de alegría.



Y  la piel del sueño

aquí quedó tendida;

el amanecer deshojó

de delirios las madrugadas;

la luz despertó de su espera

desvelada y una lágrima

en los ojos quedó dormida.



Junio 2007


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