domingo, 11 de diciembre de 2011

Testigo De Excepción

 Francisca Aguirre





A Maribel y Ana

Un mar, un mar es lo que necesito.

Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.

Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.



Francisca Aguirre nació en Alicante en 1930. Es hija del pintor Lorenzo Aguirre, a quien le dedicó el poemario “Trescientos escalones”, y que fue condenado a muerte por el régimen dictatorial franquista. Está casada con el poeta Félix Grande y es madre de la poeta Guadalupe Grande.
Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués y valenciano. Su primer poemario, premio de poesía Leopoldo Panero, fue Ítaca, publicado cuando la autora contaba con 42 años. Desde entonces, y con la excepción de la década de los 80, la autora ha continuado publicando su obra de manera ininterrumpida.
Gana el Premio Nacional de Poesía 2011 con su poemario "Historia de una anatomía" (Hiperión, Madrid 2010), libro con el que ya ganó el premio Miguel Hernández 2010.
Aunque la poeta pertenece por fecha de nacimiento a la generación del 50 (Jaime Gil de Biedma y José Ángel Valente nacen en 1929, Francisco Brines en 1932 o Claudio Rodríguez en 1934) lo cierto es que la tardía publicación de su primer poemario ha supuesto que su nombre se vea apartado de las antologías de su generación y que sólo hasta hace poco su reconocimiento como poeta haya crecido significativamente. Como la misma autora dice “considero que pertenezco a esa Generación del 98 paciente, sin prisas, que como explicaba Antonio Machado, pensaba que el arte es largo y además no importa, porque lo único importante es la vida.



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