estoy frente a ti,
como dispuesto a sostener tu desánimo
con mi amainada fuerza.
Porque -ya vas a saberlo-
yo también -como tu-
recibí -segundo a segundo-
la carga inenarrable del pasado.
Pero tu: atascado, hundido, hoy
tus manos no te aferran a la realidad;
tus ojos no te ven buscar sosiego;
tus pies no te siguen a buscarte.
Aún una fuerza débil, lenta
me impulsa a recoger tus recuerdos:
esos que un día escenificaron
tus manos
tus ojos y
tus pies,
aunque viva encerrado entre tu fastidio
y tu indiferencia simpre sabré por qué
tus manos cayeron como anclas;
por qué
tus ojos se cerraron como pesadas puertas;
por qué
tus pies se detuvieron como lagos muertos.
Te devoró el olvido y la herrumbre de la insensibilidad;
pero escucha:
los recuerdos clavados en tu alma
al removerlos
de nuevo te dolerán!
1981
Bellísimo Diego. Pero existen recuerdos que aunque estén clavados en el alma, al removerlos te pueden hacer sonreir
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