viernes, 24 de junio de 2011

Réquiem para el poeta Wolf Von Kalckreuth

Rainer Maria Rilke



¿Es que en realidad no te vi nunca? Mi corazón
está tan apesadumbrado por ti como por esos comienzos
demasiado difíciles y que uno siempre aplaza. Que yo empezara
a decirte, ahora que estás muerto, tú gustosamente,
tú apasionadamente muerto, ¿Fue eso tan
aliviador como pensaste, o estaba aún muy distante
el ya-no-vivir-más del estar-muerto?
Tú te imaginaste poseer mejor allá,
donde nadie da valor al poseer. Te pareció
que ahí, al otro lado, tú estarías dentro del paisaje
-ése que aquí siempre se acercaba a ti como una imagen-
y que vendrías desde dentro hacia la amada,
pasando, alado y fuerte, a través de todo.
Ojalá que ahora no añadas el engaño
a tu error juvenil, por mucho tiempo.
Que tú, disuelto en una corriente de nostalgia,
arrebatado y consciente sólo a medias,
encontrases en el movimiento alrededor de las estrellas
la alegría que has trasladado desde aquí
hasta el estar muerto de tus sueños.
Cuán cercano estuviste tú, querido, aquí, de ella.
Cómo se encontraba aquí como en su casa,
ella, a la que tú te referías
como a la severa alegría de tu nostalgia rigurosa.
Cuando tú, desilusionado de la desventura y de la dicha,
te agitaste dentro de ti y ascendiste fatigosamente
comprendiendo y quebrándote casi bajo el peso
de tu oscuro hallazgo:
entonces la llevaste a ella, a ella, a la que no reconociste,
llevaste la alegría y a través de tu sangre
también la carga de tu pequeño salvador, adelantándote.
..... Lo que no esperaste fue que el peso
se hiciese del todo insoportable: es entonces cuando éste
se invierte de repente y es tan pesado por ser tan verdadero.
Ves, éste fue quizás tu momento más cercano;
tal vez él se acomodaba la guirnalda en el cabello
ante la puerta que tú le cerraste bruscamente.
..... Oh este golpe, cómo atraviesa el universo
cuando, en alguna parte, algo abierto se cierra
con esa corriente de aire, dura y cortante, de la impaciencia.
¿Quién puede jurar que en la tierra
no se extiende una grieta a través de las semillas sanas?;
¿quién ha investigado si en los animales domésticos
no resplandece lascivo un deseo de matar
cuando esta sacudida lanza una luz relampagueante en su cerebro?
¿Quién conoce la influencia que desde nuestro actuar salta
hacia una cumbre cercana
y quién la acompaña hasta allí, a donde todo conduce?
.....¡Que tú hayas destruido! ¡Que se tenga que decir esto de ti
hasta el fin de los tiempos!
Y si inminente es que un héroe aparezca y arranque,
cual máscara, el sentido que nosotros tomamos
por la faz de las cosas y que frenéticamente
nos descubra rostros, cuyos ojos nos miran hace tiempo y
en silencio a través de agujeros escondidos;
esto es rostro y ya no se transformará:
¡que tú hayas destruido! Ahí yacían los sillares
y en el aire alrededor ya estaba el ritmo
de una obra en construcción, que apenas podía contenerse;
tú pasaste entre ellos y no viste su orden,
pues uno al otro te encubría; cada uno
parecía arraigarse en ti, cuando tú, al pasar
junto a él, sin verdadera fe, intentabas levantarlo.
Y en la desesperación a todos levantaste,
pero sólo para lanzarlos de vuelta
a la cantera abierta, en la que ellos,
expandidos por tu corazón, ya no cabían.
Si una mujer hubiese puesto su mano ligera
sobre el comienzo aún delicado de esta ira;
si hubiera habido alguien, que estando ocupado,
ocupado en lo más íntimo, te hubiese encontrado
quedamente cuando tú, mudo, saliste a consumar la acción;
si tu camino hubiera conducido
cerca de un taller despierto,
donde hay hombres martillando, donde el día se realiza
simplemente; si en tu mirada plena
sólo hubiese habido al menos un espacio donde cupiese la imagen
de un escarabajo que se afana;
de repente y con clarividencia
habrías leído la escritura cuyos signos tú
grabaste lentamente en ti desde la infancia,
intentando de tiempo en tiempo que en ello se formara una frase:
¡ay, y ella te pareció un sinsentido!
Yo sé; yo sé; tú yacías ahí delante y tanteabas
las ranuras así como uno palpa la inscripción en relieve
de una lápida. Lo que te pareció arder con cierta luminosidad
lo sostenías delante de esta línea como a una lámpara;
pero la llama se apagó antes que tú hubieras comprendido,
tal vez por tu aliento,
tal vez por el temblor de tu mano; quizás también
sólo por sí misma, como se apagan a veces las llamas.
Nunca lo leíste. Pero nosotros no nos atrevemos a
leer a través del dolor y desde la lejanía.
..... Somos espectadores sólo de los poemas
que hacia abajo traen las palabras que tú escogiste,
incluso más allá de la inclinación de tu sentir. No,
tú no las escogiste todas; a menudo
un comienzo se te imponía como un todo
que tú repetías como una orden. Y te parecía triste.
¡Ay, cómo si nunca lo hubieses oído de ti!
Tu ángel aún ahora lo recita y acentúa
el mismo texto de otra forma y yo estallo en júbilo
ante su forma de decirlo, de júbilo por ti,
porque esto era lo tuyo:
el que todo lo amado de ti otra vez se desprendiera,
el que tú, al haber llegado a ver,
hayas reconocido la renuncia y en la muerte tu progreso.
Esto era tuyo, tú, artista; estas tres
formas abiertas. Mira, aquí está el vaciado
de la primera: espacio en torno a tus sentimientos;
y ahí, desde la segunda, esculpo para ti el mirar
que no desea nada, el mirar del gran artista;
y en la tercera, que tú mismo rompiste demasiado pronto,
cuando apenas entró la primera hornada
de alimento tembloroso desde la incandescencia del corazón,
se había ya formado en lo profundo
una muerte trabajada, esa muerte propia
que tanto nos necesita porque la vivimos
y de la que en ninguna parte estamos más próximos que aquí.
..... Todo esto fue tu bien y tu amistad;
a menudo lo sospechaste; pero luego te asustó
lo vano de aquellas formas; tú introdujiste la mano
y la sacaste vacía y te quejaste.
Oh vieja maldición de los poetas
que se quejan cuando debieran decir,
que siempre proceden a juzgar sus sentimientos
en lugar de darles forma; los que todavía creen
que cuanto es triste o alegre en ellos
lo sabrían y que así podrían
lamentarlo o alabarlo en el poema.
Como los enfermos, emplean ellos el idioma lleno de lamentos
para describir dónde les duele,
en lugar de transformarse duramente en las palabras,
como el cantero de una catedral
que obstinado se convierte en la serenidad de la piedra.
..... Esto era la salvación. Si sólo una vez hubieses
visto cómo el destino se funde en los versos
y no vuelve, cómo en el interior se convierte en imagen
y nada más que imagen, como ocurre con los antepasados,
que al mismo tiempo parecen y no parecen asemejarse a ti
cuando levantas la vista a veces hacia el cuadro:
entonces tú habrías perseverado.
..... Pero esto es mezquino,
pensar lo que no fue. También hay una apariencia
de reproche en la comparación que no te alcanza.
Lo que sucede tiene tal ventaja
sobre lo que imaginamos, que nunca lo alcanzaremos
ni tampoco experimentaremos cómo era en realidad.
..... No te avergüences si los muertos te rozan,
los otros muertos, los que perseveraron hasta el fin.
(¿Qué quiere decir fin?) Intercambia la mirada con ellos,
tranquilamente, como es la costumbre,
y no temas que nuestro duelo te abrume
de forma tan extraña que les llames a ellos la atención.
Las grandes palabras de esos tiempos, cuando
el acontecer aún era visible, no son para nosotros.
¿Quién habla de victorias? El resitir lo es todo.


Traducción  letras.s5.com
OTTO DÖRR ZEGERS



COMENTARIO AL RÉQUIEM PARA UN POETA No se sabe mucho del conde Wolf von Kalckreuth: sólo que era poeta, que había hecho unas excelentes traducciones de Verlaine y de Beaudelaire y que puso fin a sus días a la edad de 19 años. También se sabe que fue enterrado en algún lugar de la hoy República Checa, que en ese entonces pertenecía al Imperio Austro-Húngaro y culturalmente al mundo alemán. Él dejó escrita una carta dirigida a sus padres, en la cual expresa su incapacidad para soportar los dolores de este mundo, así como su deseo imperioso de reunirse con amigos más leales y eternos, como Platón, El Dante y Goethe. Es poco probable que haya sufrido de una depresión en el sentido clínico. Su estado corresponde más bien al de la vieja melancolía, tan propia de los genios. Este estado alterna en ellos con momentos de alta creatividad y se caracteriza en primer lugar por la ausencia de capacidad creativa y luego, por los sentimientos de desesperanza y de nostalgia persistentes. Recordemos de paso el origen etimológico de la palabra nostalgia: el algia, vale decir el dolor por el "nosotros" perdido. En el caso del conde Kalckreuth, del cual no se sabe que haya sufrido en ese momento de algún mal de amor, ese dolor debe haber estado referido a un nosotros más general, en el sentido de la incomunicación o de la incapacidad de comprender a los otros o de sentirse comprendido por ellos. Para Rilke la muerte temprana es una posibilidad legítima para el hombre elegido, sea éste poeta o héroe. El suicidio, en cambio, no necesariamente lo es; él no representa siempre "una muerte personal" en el sentido rilkeano de corresponder a la persona, de, como dice en uno de sus poemas, "caerle a uno como un vestido". Por el contrario, Rilke se lamenta, a lo largo de todo el poema, del hecho que Kalckreuth no haya perseverado y no haya esperado que le llegase su propia muerte.
..... Una forma de acercarse a una comprensión de la voluntad suicida del joven poeta sería imaginando su vida a comienzos de siglo: una época de gran exaltación de la ciencia, la cultura y los valores humanos, pero en la que al mismo tiempo ya se avizoraban los horrores que traería consigo el siglo XX, como las dos guerras mundiales y los totalitarismos. Habría que pensar que este joven, muy dotado y sensible, descubrió simultaneamente la belleza de las manifestaciones del espíritu, como la poesía y la música, y el horror de los defectos de la naturaleza humana, como el egoismo, la injusticia, la violencia y la traición; y este doble descubrimiento lo hizo desear el abandono de esta tierra y aspirar, con el apasionamiento y la radicalidad de un joven como él, a una fusión con lo único que podía ser permanente y fiel: sus amigos que ya se habían ido. Rilke no conoció a este joven poeta, pero supo de él, de su vida y de su obra y se conmovió profundamente con su suicidio. Al parecer no sólo en el poema, sino también en conversaciones y cartas personales, habría manifestado el convencimiento de que si lo hubiese conocido habría logrado persuadirlo de esperar su propia muerte.
..... El réquiem comienza con esta dramática pregunta: "¿Es que en realidad no te vi nunca?". Es tanto lo que le impresionó este suicidio, que el poeta no se puede convencer de no haber conocido personalmente a la víctima de este destino trágico. Y luego viene la afirmación: "Mi corazón está tan apesadumbrado por ti como por esos comienzos demasiado difíciles y que uno siempre aplaza". Llama la atención el tono coloquial con que Rilke se dirige al joven suicida, como el de un amigo mayor que le habla a uno menor que ha hecho algo malo y por lo tanto, con un dejo de reproche. Luego el poeta imagina las razones que pudo haber tenido el Conde para decidirse por esta muerte tan apasionada y violenta:

1. La búsqueda en el otro mundo de alivio a las penas de éste: "¿Fue eso tan aliviador como pensaste?..., etc.".
2. Que allá poseería más plenitud: "Tú te imaginaste poseer mejor allá..., etc.".
3. Rilke piensa que el joven suicida pudo haber aspirado a una plena fusión con la naturaleza en el otro mundo, cosa que en éste no había podido lograr, puesto que el paisaje se le presentaba sólo como imagen: "Te pareció que ahí, al otro lado, tú estarías dentro del paisaje..., etc.".
4. Por último, que el poeta muerto podría haber imaginado una unión mayor con la amada desde el otro mundo, por cuanto así podría venir hacia ella "desde dentro" y pasando "alado y fuerte, a través de todo".

..... Y entonces viene el reproche: "Ojalá que ahora no añadas el engaño / a tu error juvenil, por mucho tiempo", porque el adolescente desconoció muchas cosas importantes, no las vio a pesar de tenerlas tan cerca, como la alegría, por ejemplo: "...la alegría que has trasladado desde aquí / hasta el estar muerto de tus sueños. / Cuán cercano estuviste tú, querido, aquí, de ella.". El joven, desilusionado "de la desventura y de la dicha", se lleva la alegría al otro mundo sin reconocerla. Tampoco conoce el poeta suicida la capacidad de esperar. No sabe que al final de un gran sufrimiento puede surgir una gran ventura. Él no esperó hasta que el sufrimiento se hiciese del todo insoportable, que es justamente cuendo "se invierte de repente" y puede adquirir el signo contrario. El joven poeta se adelantó a cerrar la puerta cuando, tal vez en ese mismo momento de sufrimiento, éste "se acomodaba la guirnalda en el cabello", vale decir, podía estar transformándose en alegría.
..... Ese golpe al cerrar la puerta, vale decir, su acto suicida, resuena y estremece al universo entero. Eso pasa siempre cuando en alguna parte "algo abierto se cierra / con es corriente de aire, dura y cortante, de la impaciencia". Y ahí Rilke renueva su lamento, porque no se consuela él, tan amante de la vida, tan interesado en todo lo que existe, de que el joven poeta haya truncado sus posibilidades de ser que ya se dibujaban como un espléndido edificio y que él tampoco supo reconocer: "¡Que tú hayas destruido, que se tenga que decir esto de ti hasta el fin de los tiempos!...". Y luego más adelante: "Ahí yacían los sillares / y en el aire alrededor ya estaba el ritmo / de una obra en construcción, que apenas podía contenerse; / tú pasaste entre ellos y no viste su orden...", etc. Si hubiera sido posible detenerlo, si una mujer hubiese estorbado su camino y le "hubiese puesto su mano ligera sobre el comienzo aún delicado / de esta ira...". Si por lo menos se hubiese tropezado con esos lugares donde se trabaja cada día y ese trabajo da un sentido a la vida: "si tu camino hubiera conducido a un taller despierto, / donde hay hombres martillando, donde el día se realiza / simplemente...". Hasta la humildad de un escarabajo afanado podría haberlo detenido y él no se habría provocado la muerte. Todos los anteriores habrían sido signos de una escritura que él había intentado descifrar desde la niñez, pero sin lograrlo. Ahora, dada su muerte prematura, muy pocas cosas dejó el joven Conde: sólo algunos poemas imperfectos ("Somos espectadores sólo de los poemas que hacia abajo traen / las palabras que tú escogiste"). Pero en ellos Rilke reconoce al menos dos virtudes. Una es la inspiración, venida casi directamente del mundo angélico ("a menudo, / un comienzo se te imponía como un todo / que tú repetías como una orden"). La otra es que el joven poeta, a través de sus poemas, llegó a "ver", a reconocer "la renuncia y en la muerte tu progreso". Aqui Rilke acepta por primera vez la posibilidad de que la muerte de su amigo haya tenido un sentido.
..... Hacia el final del réquiem Rilke trata de definir en apretadas palabras lo que debe ser la esencia de la vida poética. Ésta debe alimentarse fundamentalmente de los siguientes ingredientes ("tres formas abiertas"): los sentimientos, el mirar (que mira y ve, pero "que no desea nada") y "una muerte trabajada", esa muerte propia que tanto nos necesita. La verdadera poesía debe ser un trabajo de la propia vida y de la propia muerte. Y entonces Rilke retoma el tema de la esencia de la poesía, anunciando ya en las Cartas a un joven poeta, diciendo que éstos, en lugar de quejarse deberían "decir" (cosas esenciales), que en lugar de juzgar tanto sus sentimientos deberían "darles forma"; que deberían, por último, transformarse ellos mismos en palabras, "como el cantero de una catedral / que obstinado se convierte en la serenidad de la piedra". Y esto habría sido la salvación del conde Kalckreuth, pero él no la vio, a pesar de haberla tenido en sus manos. Habría bastado que hubiera comprendido la esencia de la poesía. Pero ahora todo esto son palabras vanas. No sea que el adolescente, al escucharlas, se avergüence entre los muertos y que las lamentaciones de los vivos agraven sus sentimientos de culpa. Y el réquiem termina con una recomendación a asumir el destino con todas sus consecuencias, incluyendo los errores, pues "¿Quién habla de victorias? El resistir lo es todo".
..... Mi maestro Hubertus Tellenbach, de quien hablé en el Prólogo, me contó en alguna oportunidad que los últimos versos de este réquiem, a partir de "las grandes palabras de esos tiempos..." y en especial la última sentencia, habían sido inspiradores de un grupo de jóvenes intelectuales y miembros de la nobleza alemana que se opusieron al nazismo desde mediados de la década del 30, vale decir, casi desde un comienzo. Ellos crearon el movimiento de la Resistencia, que terminó tan tragicamente con el fallido atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944. Como es de todos conocido, en los días posteriores al atentado fueron ejecutados: el líder del grupo, el conde Stauffenberg, y todos los conjurados, pero además varios generales de la Wehrmacht conocidos por su actitud crítica, la mayor parte de los miembros de la resistencia y miles de opositores al régimen. La conexión entre este poema de Rilke y la resistencia alemana la encontré confirmada años más tarde en la biografía de Rilke escrita por H. E. Holthusen, quien cita al famoso poeta Gottfried Benn (1886-1956) -también opositor a Hitler- diciendo que esos versos habían sido "el lema de su generación". En todo caso, para los pocos sobrevivientes tiene que haber adquirido un significado aún más profundo y trágico ese verso final del requiém, que durante tanto tiempo constituyera su sostén espiritual: "El resistir lo es todo".


OTTO DÖRR ZEGERS

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