domingo, 20 de febrero de 2011

Presencia en el Olvido

Meira Delmar

                                                                                                 Gabriela De Castro/2011

Tú ya no tienes rostro en mi recuerdo. Eres,
nada más, la dorada tarde aquella
en que la primavera se detuvo
a leer con nosotros unos versos,
y prendió entre las ramas del naranjo
azahares nuevos.
Y eres también esta tenaz y leve
melancolía que sus pasos mueve
sobre mi corazón,
y casi no es
melancolía.

Alguna vez yo tuve
tu rostro y tus palabras y tus gestos
¡Hoy no sé qué se hicieron!
Hoy eres solamente esas pequeñas cosas 
que se llaman
un día, un libro, el lento
caminar de la mano de la estrella,
y a veces, -pocas veces-, el silencio
fijándome los ojos desolados
en un sitio del aire, como ciegos…

y este ir por la música tembalndo
lo mismo que por un lugar incierto.

Yo se que estás lejano del  límite,
perdido en el espacio y en el tiempo...
y que por el cauce de mi sangre subes,
llegas, barco fantasma, hasta mi sueño.
Que ya no eres ni la voz ni el eco...

Y te quiero mirar, y es esa tarde
dorada, que ya dije,
lo que encuentro…

la tarde que tenía un campanario
invisible y sonoro entre los dedos,
y una humana dulzura en la manera
de entendernos…

Tú ya no tienes rostro. Ya no eres.
Estás en mi como en la piedra el eco




Meira delmar (Barranquilla, Colombia, 1922-2009)
Sobre  la autora:

"Meira delmar, poesía y prosa"

María Mercesdes Trujillo
Betty Osorio
Ariel Castillo




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domingo, 13 de febrero de 2011

Testamento

Gonzalo Arango



El testamento del Profeta

Yo, Gonzalo Arango, dejo:
Mi mala reputación a la familia.
Mi mal olor a la International Pretoleum Company.
Mi tiempo perdido al Tesoro Nacional.
Mi cerebro a una babosa.
Mi corazón al pez espada.
Mi ángel de la guarda a la Academia de Historia.
Mi alma inmortal al primer gusano.
Mi sexo a la medusa de cabellos de serpiente.
Mis dos pies a la memoria de Arthur Rimbaud.
Mi gloria a los pobres de espíritu.
Mi felicidad a los psiquiatras.
Mi sífilis a la posteridad.
Mi mano derecha a la revolución.
Mi izquierda al Manco de Lepanto.
Mi ombligo al Museo del Oro.
Mis zapatos rotos al Nadaísmo.
Mi caja de dientes al enterrador.
Y mi intestino delgado a la República de Colombia 






Gonzalo Arango Arias (1931-1976) Escritor y poeta colombiano  En 1958 fundó el Nadaísmo movimiento de vanguardia de repercusión nacional, que intentó romper con la Academia de la Lengua, la literatura y la moral tradicionales. En la música norteamericana y del Caribe de la década de 1960 el movimiento buscó un léxico renovado, optó por el humor y el mundo urbano para situar la obra literaria y la crítica a la sociedad. A este grupo se unieron otros jóvenes pensadores de su tiempo en Colombia. La intensidad de su vida está llena de contrastes que pasan de un abierto ateísmo a un íntimismo espiritual y de un espíritu crítico de la sociedad de su tiempo, expresado en el "Primer Manifiesto Nadaista" como "Se ha considerado a veces al artista como un símbolo que fluctúa entre la santidad o la locura". Arango murió en un trágico accidente 1976 cuando estaba planeando un viaje definitivo a Londres para que "los colombianos al perderme... me ganen".
   

Palabras de Gonzalo Arango
   "En un tiempo mi pasiòn fue el existencialismo, la literatura negra que celebraba el funeral del mundo occidental. Yo recogìa los despojos de esa crisis, su podredumbre. No me interesaba el destino del hombre y habia perdido la fe en Dios. Estaba solo como en la prehistoria.. De todos los trapos derrotados remendè una bandera: el nihilismo. No volvì mas al templo de los viejos dioses y aprendì la blasfemia y el terror de las maldiciones. Traicionada la metafisìsica por una moral maniquea, descubri que el oro de los santos era falso como los sìmbolos que encarnaban: la idolatraia del poder, la humillaciòn de las almas. En el trono de Dios no reinaban la belleza, el amor, la justicia. En el mercado negro se subastaban los valores sagrados. La teologìa dejo de ser conocimiento de Dios para convertirse en el libro fabuloso de contabilidad. Frente a esta industria de la fe, el demonio me pareciò mas idealista: ofrecìa la libertad a cambio del alma, el goce pleno de la tierra sin complejos de culpa. ! Era tentador ! me afiliè a la causa del demonio. El placer era mi ideal. Mi aniquilamiento el porvenir. Brindaba por el fin del mundo en mi propia destrucciòn. Nunca abracè la felicidad, siempre una enfermedad nueva, una nueva desesperaciòn se sumaba al calvario donde clavarìa mi bandera de odio contra el mundo. Perderìa mi guerra con orgullo, solo. Por mi muerte el àngel de las resurreciones no tocarìa la trompeta ni se apagarìa el sol. Me hundiria solo en las sabrosas tinieblas. Una noche toquè el fondo cuando vi aparecer un astro, su resplandor. No era un astro del cielo, era la sonrisa de una mujer. Me mirò como un puente entre el abismo y el horizonte, me tendiò la mano para pasar. Cuando estuve del otro lado desapareciò... Sè que era una mujer y no un sueño, pues aùn me queda el aroma de su mano y el eco de esas tres palabras: !Vamos a vivir!."  

jueves, 10 de febrero de 2011

"La destrucción o el amor"

               

Vicente Alexaindre

CUERPO DE PIEDRA
 
Luna de mármol, rígido calor,
noche de estío cuando el perro es mudo,
cuando un velo de esparto ante los ojos
casi acaricia, sueño o plumón leve.
Luna de piedra, manos por el cielo,
manos de piedra rompedoras siempre,
retorcidas a veces con destellos,
manos de lumbre láctea, ya rígidas.
Cuerpo de piedra, senda de cristales,
mudo siempre o doliente con los soles,
cuando perros de lana flotan quietos
por pantanos de seda acariciada.
Yo no sé si la sangre es roja o verde.
Ignoro si la luna vence o ama,
si su lengua acaricia los desvíos,
axilas que palpitan ya de pluma.
Cielo quieto de fango que ahora gira
dulcemente mintiendo un sol activo,
bella túnica amada por lo dura
sobre muslos de piedra avanzadores.
Dulce careta blanca que ladea
su morado celeste ya sin órbita.
Tibia saliva nueva que en los bordes
pide besos azules como moscas.
Soledad, soledad, calvero, mundo,
realidad viva donde el plomo es frío;
no, ya no quema el fuego que en las ingles
aquel remoto mar dejó al marcharse.



EL FRÍO

Viento negro secreto que sopla entre los huesos,
sangre del mar que tengo entre mis venas cerradas,
océano absoluto que soy cuando, dormido,
irradio verde o fría una ardiente pregunta.
Viento de mar que ensalza mi cuerpo hasta sus cúmulos,
hasta el ápice aéreo de sus claras espumas,
donde ya la materia cabrillea, o lucero,
cuerpo que aspira a un cielo, a una luz, propia y fija.
Cuántas veces de noche rodando entre las nubes, o acaso bajo tierra,
o bogando con forma de pez_ vivo,
o rugiendo en el bosque como fauce o marfil;
cuántas veces arena, gota de agua o voz. sólo,
cuántas, inmensa mano que oprime un mundo alterno.
Soy tu sombra, camino que me lleva a ese límite,
a ese abismo sobre el que el pie osaría,
sobre el que acaso quisiera volar como cabeza,
como sólo una idea o una gota de sangre.
Sangre o sol que se funden en el feroz encuentro,
cuando el amor destella a un choque silencioso,
cuando amar es luchar con una forma impura,
un duro acero vivo que nos refleja siempre.

LA LUNA ES UNA AUSENCIA

La luna es ausencia.
Se espera siempre.
Las hojas son murmullos de la carne.
Se espera todo menos caballos pálidos.
Y, sin embargo, esos cascos de acero
(mientras la luna en las pestañas),
esos cascos de acero sobre el pecho
(mientras la luna o vaga geometría)...
Se espera siempre que al fin el pecho no sea cóncavo.
Y la luna es ausencia,
doloroso vacío de la noche redonda,
que no llega a ser cera, pero que no es mejilla.
Los remotos caballos, el mar remoto, las cadenas golpeando,
esa arena tendida que sufre siempre,
esa playa marchita, donde es de noche
al filo de los ojos amarillos y secos.
Se espera siempre.
Luna, maravilla o ausencia,
celeste pergamino color de manos fuera,
del otro lado donde el vacío es luna.




Vicente Aleixandre

Poeta español, nacido en Sevilla el 26 de abril de 1898 y fallecido en Madrid el 14 de diciembre de 1984, considerado uno de los grandes poetas españoles del siglo XX. Perteneciente a la Generación del 27, fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1977.
Hijo de un ingeniero de ferrocarril, Vicente Aleixandre pertenecía a la burguesía media acomodada. Cuando tenía dos años de edad, su familia se trasladó a Málaga, ciudad a la que el poeta llama en su obra "el Paraíso", pues en ella transcurrió toda su infancia.

En 1909, la familia Aleixandre se instaló en Madrid, donde el futuro poeta cursó el bachillerato y, ya en plena juventud, las carreras de Derecho y Comercio. Se especializó en Derecho Mercantil, materia que luego enseñó como profesor en la Escuela de Comercio de Madrid (1920-1922).
Desde 1917, año en el que conoció a Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués (un pequeño pueblo de Ávila en donde ambos veraneaban), Vicente Aleixandre se venía relacionando con los jóvenes de su generación que sentían inquietudes literarias.
Gracias a los consejos de Dámaso, empezó a leer a los grandes poetas del pasado reciente, como el romántico Gustavo Adolfo Bécquer y el modernista Rubén Darío; pero también a otros autores extranjeros de gran renombre, como los simbolistas franceses. Sintió, a partir de entonces, la necesidad de escribir poesía.
Estuvo gravemente enfermo en los años veinte, y, a partir de entonces, su salud fue muy delicada. Padeció una tuberculosis que le afectó un riñón y provocó que le tuvieran que extirpar este órgano. Mientras se recuperaba de esta operación, escribió algunos poemas que comenzaron a darle gran fama hacia 1926, cuando aparecieron en una de las publicaciones culturales más prestigiosas de la época: la Revista de Occidente. A partir de este reconocimiento literario, se hizo amigo de otros jóvenes poetas de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.
Después de la guerra, Aleixandre (que fue uno de los pocos autores de su generación que se quedó en España) continuó desarrollando una trayectoria poética muy personal. En 1949 fue elegido miembro de la Real Academia Española, y desde entonces fue el gran maestro y protector de los jóvenes poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX, que acudían a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde siempre había tertulias literarias y lecturas de versos. Murió siete años después de haber recibido un Premio Nobel con el que, según muchos críticos, no sólo se reconocía universalmente su obra, sino la de toda la Generación del 27.

Fotos: Selenia Morgillo



jueves, 3 de febrero de 2011

La piel

Alaide Foppa



De "Palabras de Mujer" Poetas Latinoamericanas Siglo XXI Editores



 Alaíde Foppa fue poeta, escritora, feminista, crítica de arte, profesora y traductora, nacida en Barcelona, España en 1914 de ascendencia guatemalteca por parte de madre y argentina por la vía paterna, quien vivió como exiliada en México, país donde se casó con Alfonso Solórzano también guatemalteco, en donde nacieron tres de sus cinco hijos, y en donde escribió gran parte de su obra poética.

Vivió también en  Argentina y en Italia habiendo estudiado historia del arte y letras. Durante su exilio en México fue docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en la que ejerció la catédra de literatura italiana y de sociológia.
Antes de vivir en México, radicó en  Gaatemala durante los años cuarenta. En este país conoció al presidente Juan José Arévalo de quien tuvo su primer hijo, Julio Solórzano, que nació ya en México durante su exilio, y que fue reconocido por Alfonso Solorzano, razón por la cual lleva su apellido.
Fue una feminista activa que participó en defensa de los intereses de género. Fundó y colaboró en FEM, tal vez la primera revista semanal feminista de México. Colaboró también en el Foro de la Mujer, programa radiofónico transmitido por Radio Universidad durante varios años. Se integró activamente a la Agrupación Internacional de Mujeres contra la Represión.
Como crítica de arte, durante su estancia en México, promovió la actividad de nuemrosas artistas plásticas que luchaban por avanzar en su medio profesional y lo hizo tanto por conducto del  Instituto Nacional de Bellas Artesdel que fue asesora como de la revista FEM.
Durante la década de los años setenta algunos de sus hijos se involucraron con la guerrilla guatemalteca, específicamente con el  Ejñercito de los Pobres. Como resultado de su participación, dos de ellos fueron asesinados. La muerte de su esposo ocurrió también en esa época. La tristeza que tales eventos provocaron en Alaíde Foppa, la hicieron escribir algunas de sus poesías más sentidas.
Más tarde, en 1980 volvió a viajar a Guatemala para aclarar la muerte de sus hijos. En ese país fue secuestrada, desapareciendo sin dejar rastro. Se culpó al gobierno de Fernando Lucas García de la desaparición y más tarde de su asesinato. Organismos internacionales y grupos de intelectuales de Francia, Estados Unidos y México exigieron que fuera regresada con vida, sin tener éxito en sus demandas. Muchos años después, su hijo mayor, Julio, quien vive en México, condujo una campaña, también de corte internacional, para tratar de encontrar sus restos y a los culpables de su muerte. Se dijo que los despojos de Alaíde Foppa habían finalmente aparecido en el cementerio de La Verbena, cerca de Ciudad de Guatemala.
Obra Poética
  • Las palabras y el tiempo.
  • La sin ventura.
  • Elogio de mi cuerpo
  • Los dedos de mi mano.
  • Aunque es de noche.
  • Guirnalda de primavera.



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